
Dado que hoy es un día especial, quiero darme el espacio para contarles un poco de quien es la mujer más importante de la que escribiré en esta sección: Gloria Dalavechia, mi mamá. Por supuesto que suena cliché, pero en mi caso -y me imagino que en el de muchos de ustedes-, mi madre no sólo fue quien me trajo al mundo, sino que me marcó a fuego con su cariño, su entrega, sus enseñanzas y su apoyo incondicional en todo lo que quisiera hacer.
Hoy, hago lo que me hace feliz porque ella me apoyó y estuvo a mi lado desde el principio. Ser modelo no es fácil. Este trabajo empieza desde muy joven, cuando según todos los cánones tradicionales, deberías estar viviendo una etapa de aprendizaje, de ir al colegio, de estar con tus amigos.
El modelaje te obliga a madurar muy rápido y a enfrentarte a cosas para las que no siempre estás preparado: el rigor de los horarios -la falta de ellos-, la disciplina, el hecho de que eres tú el responsable de ti mismo y no tu apoderado, y otra infinidad de cosas que, de no haber tenido el apoyo incondicional de mi mamá, estoy segura no habría podido superar.
A pesar de ser chica y estar en una etapa que poca gente sabe bien lo que quiere en la vida, ella supo escucharme y apostó por mi carrera antes que cualquier otra persona. Mi mamá fue y sigue siendo, la mejor contención cuando las cosas no van como uno las planifica y es la que más celebra mis triunfos.
Me encantaría compartir más besos de buenas noches, desayunos y almuerzos en familia. Sin embargo, mis sueños profesionales aún están en construcción. No existe un solo día en el que no nos hablemos y me pregunte si estoy contenta. Y la respuesta es que sí, soy feliz porque hago lo que me apasiona. Porque he ido cumpliendo paso a paso mis metas y porque hoy tengo desafíos que ni siquiera había imaginado.
Cada vez que miro hacia atrás y veo todo lo que he logrado, recuerdo que esas conquistas también le pertenecen. Y eso la hace, por lejos, ser la mejor mamá del mundo.
¡Feliz dias das mães!