Si hay que hablar de un ejemplo vivo de resiliencia, entereza y fuerza, mis pensamientos se van automáticamente hacia Javiera Suárez. Esta periodista chilena nos enseña día a día que la lucha contra una enfermedad tan agresiva como el melanoma (un tipo de cáncer a la piel) se sostiene, en gran parte, en un espíritu que no se deja vencer.
Y eso que a Javiera no le ha tocado fácil. Esta es la segunda vez que el cáncer ha estado presente en su vida (la primera fue en 2009), sorprendiéndola en pleno embarazo. Tomó la decisión de someterse a un innovadora técnica de inmunoterapia, mientras esperaba dar a luz para iniciar los tratamientos clásicos. Decidió que la vida de su hijo estaba antes que la de ella.
De todas formas, su voluntad era firme. “¡Lo que más quiero es vivir!”, dijo en una entrevista en la que comentaba detalles de lo que enfrentaba: una vuelta del cáncer que comprometía una mama, el hígado, pulmones y distintas partes de los huesos.
Cuando su hijo nació, su salud estaba muy deteriorada. Los doctores descubrieron que el cáncer había avanzado, provocándole tanto dolor en una de sus piernas que debía caminar con muletas. El melanoma había llegado hasta el fémur y debieron ponerle una prótesis para evitar que el hueso se quebrase.
Esa es la dureza a la que Javiera se ha enfrentado en los últimos meses, entre los momentos dulces de la crianza y el rigor de la enfermedad. Por eso, me emocioné tanto cuando, hace algunos meses, leí otra entrevista suya en la que reflejaba toda su valentía y ganas de vivir. Ahí hablaba de que ha sido resultado de un milagro, porque seguía en pie contra todo pronóstico y sin flaquear en ningún minuto, pese al cansancio y los resultados negativos en los exámenes.
Esta fuerza la saca en el refugio que ha encontrado en su familia y en Dios. Se ha encomendado en su espiritualidad y en la Virgencita de los Milagros, tan importante en esta etapa que se ha convertido en un símbolo central de su vida: su hijo fue bautizado en su honor como Pedro Milagros.
Pero también ha encontrado energías en su convicción personal. Porque la Javiera ha sido clara: superar la enfermedad depende de uno mismo en un gran porcentaje. “Si le gana a la cabeza, ahí sí que fregaste”, ha dicho. Y cuánta razón que tiene.
Por eso, Javiera en una inspiración total. ¿Quieren verlo con sus propios ojos? Síganla en su Instagram y contágiense de ese amor y optimismo. De esas ganas increíbles de seguir en este mundo, viviendo con todo. Así lo expresó en sus últimos posteos: “Asusta, porque estás vivo. Duele, porque estás vivo. Así que deja de quejarte. Muévete, baila, sonríe. Quiere. Agradece. Sobre todo, agradece. Porque estás vivo”. ¡Gracias, Javiera!
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