
Escribo este post contentísima. ¡Estoy en mi casa brasileña! Sí, hace unos días me vine a Brasil para pasar la Navidad junto a mi familia y, obviamente, con mi novio Roberto. Desde ya hace algunos años, hemos armado entre los dos la tradición de pasar las fiestas alternadamente entre Chile y Brasil. Y, como supondrán, este año nos tocó acá, en mis tierras.
¡Los dos estamos muy felices! Nos encanta estar en familia, ya sea la chilena o la brasileña, especialmente en estas fechas tan especiales.
Una vez me tocó vivir la Navidad sola. Tenía 17 años y estaba empezando en el modelaje. Me tocó ¡en China! Haber estado al otro lado del mundo, sola y con un idioma totalmente diferente, sin tener tampoco la posibilidad de celebrar como estaba acostumbrada, fue bastante duro. De todas formas, la experiencia me hizo apreciar lo importante que es estar siempre rodeada por quienes te quieren.
Como todos los años, esta vez nos vamos a reunir un buen número de familiares. Algunos vienen de mi ciudad y otros del norte y sur de Brasil. Somos cerca de 50, todos juntos y felices en mi casa. Mi papá es el responsable de la comida y hace montañas de asado junto con mi tío, que vive en el campo. Hay muchísimos tipos diferentes de comidas, para todos los gustos.
¡Y los postres! Hay como diez opciones para elegir (o comerlos todos, jajaja!). Mi mamá hace unas tortas que se hacen agua la boca y, como se reúnen muchas familias, cada una lleva sus especialidades. ¡Un momento inolvidable para mi paladar!
Todo empieza a las 7 de la mañana, cuando recibimos a los primeros invitados. Tenemos la costumbre de tomar el “chimarrão”, que es el mate brasileño. Nos juntamos tempranito para compartirlo, mientras mi papá inicia el asado en la churrasquera, una parrilla tradicional de mi país.
¡Estamos picoteando toda la mañana! El almuerzo es temprano, a las 12:30. Esto es bien diferente a las cómo lo celebramos en Chile: los brasileños también celebramos la Nochebuena, pero no nos detenemos al día siguiente. El 24 es más o menos parecido: mucho más íntimo, con los papás y los hermanos: vamos a misa, tenemos la cena, vemos los fuegos artificiales y nos vamos a dormir temprano.
Lo diferente es, justamente, el mismo 25. Partimos bien temprano y después de almorzar, nos ponemos a jugar cartas, mientras que los muchos primos y niños juegan por ahí.
Ah, ¡y también hacemos amigo secreto! Como podrán imaginarse, el nuestro es a gran escala: somos 50 personas jugándolo. ¡Es muy loco! Para la entrega de los regalos, cada uno debe describir al amigo que nos tocó -o decir características totalmente opuestas- para que el resto pueda adivinar.
Como pueden ver, es muy bonito. Me entusiasman mucho estas fechas y estoy agradecida de poder compartir este momento con las personas que más quiero. Y les deseo lo mismo a ustedes: una hermosa Navidad con sus familias y amigos. ¡Un abrazo!